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“Por
sobre las nubes más oscuras siempre brilla el Sol, |
todo
es cuestión de volar alto” |
Mi nombre es Ciro Gabriel Avruj, vivo en Buenos Aires y tengo
33 años. En mi familia más cercana, con la que tengo una excelente
relación, somos cuatro: todos profesionales con la misma vocación de
servicio y anhelo de una sociedad más justa.
Mi infancia fue normal: concurría
al colegio, compartía espacios con amigos y tenía hobbies. Desde pequeño
fui de carácter algo tímido y aparentemente parco pero sensible,
teniendo cualidades de competencia y siempre
intentando brillar
en mi función.
De chico tuve acercamiento a
actividades solidarias acompañando a mis padres a practicar el servicio
en comunidades carenciadas y donde la ayuda económica, técnica,
educativa y afectiva era muy necesaria. Ellos participaron siempre de
grupos ecuménicos de auto-conocimiento y desarrollo espiritual, y
estudiaron en profundidad diferentes caminos evolutivos. Estas
experiencias habrán ido delineando, seguramente, mi formación y vocación.
En una época me sumé al
movimiento Scout, donde, como guía de patrulla, conviví en campamentos y
actividades y me esforcé por experimentar el lema “siempre listos para
servir”. También me interesé apasionadamente por la pesca deportiva y
me destaqué representando a mi club en varios campeonatos de la
especialidad, individual y por equipos. Días enteros dediqué a preparar
el equipo, con sus líneas y aparejos...
Otro hecho trascendente de esta
etapa fue mi Bar Mitzvá, la culminación de un año de estudios y
preparación para el ingreso a la vida judía, un verdadero orgullo para
mis abuelos. Desde entonces, la Comunidad Emanu-El ha sido el espacio de
encuentro con mis raíces religiosas.
A los 14 años viví un hecho trágico
que revolucionó por completo mi vida. Me dirigía a la localidad de Junín
con unos amigos a pescar. A mitad de camino, de repente, chocamos de
frente contra un camión. El brutal accidente en el cual murieron dos de
mis amigos me ocasionó una cuadriplegia por lesión medular C4-C5-C6.
Desde entonces mi vida fue diferente.
Los primeros tres años después
del accidente fueron durísimos: internaciones, depresiones, broncas, no
querer ni poder salir de la cama. Para mi familia también fue una época
muy complicada: angustia e incertidumbre, sumado a problemas económicos
agravaron la situación. Era difícil encontrar una luz de esperanza...,
mi mayor anhelo por esa época era dejar de vivir.
Durante la segunda etapa de este
período estuve internado en ALPI para la necesaria, aunque en ese momento
no tan deseada, rehabilitación física y ocupacional y fue así como vi
que no era el único en esta situación.
Nuevamente en casa, de a poco fui
comenzando con algunas actividades bajo la nueva realidad de desplazarme
en silla de ruedas. Retomé los estudios: inicialmente acepté al idioma
inglés, fijando como condición e incentivo el que la profesora fuese
joven y bella. Luego siguió el secundario y por ósmosis me inserté muy
parcialmente en CompuLine,
una empresa familiar pionera
en la Argentina
dedicada a las comunicaciones y telecomunicaciones, donde realizaba tareas
varias de oficina. Esta experiencia laboral me sirvió en varios aspectos:
el tener la mente ocupada en una actividad productiva, empezar a moverme
nuevamente en la sociedad y conocer el manejo de una herramienta como
Internet que me sería de mucha utilidad más adelante.
Con la colaboración de
asistentes comencé a salir de casa y a relacionarme con amigos y amigas.
También, por consejo familiar, me empiezo a interesar por el camino
espiritual al acercarme a las enseñanzas de Sathya Sai Baba y otros
Maestros...
Debí enfrentar, aunque no con
facilidad, la discriminación (al no ser aceptado en el colegio ORT, al
que anteriormente concurría), las barreras arquitectónicas (en mi propia
casa, en la nueva escuela y en casi todas partes), la indiferencia (de
algunos conocidos), broncas por tener que adaptarme forzosamente a esta
situación, etc.
Quiero destacar que el apoyo y la
compañía familiar y de algunos grandes amigos fue permanente e importantísimo
para ayudarme a salir del pozo y guiarme en lo que vendría. Este hecho
traumático provocó inicialmente un gran dolor, pero de esta profunda
crisis salí fortalecido. Pasados los momentos oscuros se produjo una
rehabilitación familiar. Nos subimos todos al mismo barco y como la flor
de loto convertimos esta experiencia en positiva. A todos estoy
profundamente agradecido.
Han pasado quince años de este
segundo nacimiento. Hoy la historia es diferente...
Después del tiempo que me llevó
comenzar a readaptarme, puedo contar con orgullo otros planes. La
rehabilitación física fue significativa pero no suficiente, la
rehabilitación mental, emocional y espiritual es la más importante y no
se termina nunca, está en constante evolución. Así es que hice lo
necesario para formarme y desarrollarme integralmente: estudiando,
trabajando, investigando, estando de novio, paseando, viviendo solo,
ayudando, viajando, conociendo, emprendiendo, viviendo...
Tuve que descubrir que para poder
desenvolverme exitosamente en el mundo tenía que desarrollar al máximo
todas las potencialidades, principalmente las no afectadas directamente
con el físico que es limitado. A los porrazos, me fui dando cuenta que el
mundo externo es un reflejo de la realidad interna y por eso es importante
cultivar nuestro propio mundo interior. Creer que se puede y así verlo
manifestado. Es un hecho claro que la discapacidad me trajo
complicaciones, pero fui aprendiendo a convivir con ellas.
Luego del secundario, donde debía
subir a diario un piso por las escaleras con la colaboración de no menos
de cuatro compañeros, llegó el tiempo de la Facultad. Mi vocación había
cambiado con respecto al sueño de años antes: al dificultárseme la
posibilidad de diseñar planos a mano alzada y como aún el tema de la
computación no estaba tan difundido como hoy, el deseo de continuar algo
afín a la profesión de mi padre se vio postergado. No me trajo desilusión
ya que mis intereses se habían ampliado. Entre las varias averiguaciones
que hice intentando encontrar un equilibrio entre las necesidades de
buenos contenidos formativos, accesibilidad arquitectónica y
compatibilidad de posibilidades, me decidí por la Universidad de
Belgrano. Pese a las adversidades, concurrí seis años, respetando turnos
de exámenes y arribando siempre a horario a las clases.
El título que obtuve allí es de
Licenciado
en Administración, aunque mi repertorio de estudios es más amplio
que el de las Ciencias Económicas ya que considero que la
formación debe ser integral. Por eso es que realizo permanentes
capacitaciones relacionadas principalmente al desarrollo humano y a la
educación inspirada por valores humanos. Por supuesto que asisto también
a cursos y conferencias sobre temas ligados directamente a la globalización,
el marketing
y los negocios que estarían aparentemente más relacionados con mi
carrera, pero creo que es fundamental concentrarse en los valores base que
sostienen cualquier conocimiento técnico.
La cantidad y calidad de
seminarios y retiros de toda índole de los que participé es muy amplia y
rica.
He tenido la oportunidad de
conocer diferentes culturas y modelos y trabajado voluntariamente en ámbitos
desde donde se toman decisiones. Estas experiencias me ratifican que el
gran cambio que visualizo, un nuevo
paradigma que ya estamos viviendo, se dará por una apertura
de la conciencia
hacia una interacción entre las bondades que la ciencia
y la tecnología
nos proporcionan con las verdades universales eternas. Así es que,
debemos indagar en nosotros mismos y en nuestras relaciones, para darnos
cuenta que en realidad, tanto en lo micro como en lo macro formamos entre
todos una unidad.
Es por eso que trato de integrar conceptos y ponerlos en acción.
Trabajo como voluntario en
distintas ONGs relacionadas a temas como equiparación de oportunidades,
integración de personas con discapacidad, liderazgo inspirado por
valores, apertura de conciencia y educación para la paz.
Por 1992 creamos con mi padre el Grupo
Sin Barreras -Primer Emprendimiento Integral Latinoamericano para
la Apertura de Barreras Arquitectónicas, Urbanísticas y
Discriminatorias-, con la intención de ir disolviendo barreras físicas,
mentales y espirituales. Esta empresa, dedicada a la construcción, al
asesoramiento y a la concientización sobre la importancia de crear
espacios accesibles a todas las personas fue el puntal desde donde
desplegué gran parte de mi actividad. Construimos un edificio que es único
por sus características. Dicho edificio consta de locales comerciales,
departamentos aptos tanto para oficinas como para vivienda y también, por
su espíritu y cualidades, es sede de varias organizaciones sociales y de
bien público. Se encuentra en el barrio de Belgrano y en uno de sus dúplex
vivo actualmente.
Trabajando en Sin Barreras pude
conocer en profundidad la temática de la discapacidad desde otro espacio,
no solo desde mi propia vivencia sino también en lo comunitario. Tuve la
oportunidad de disertar en colegios, universidades y otros lugares de
concurrencia masiva. Además, como activistas, realizamos campañas
tendientes a la integración
guiados por esta visión
holística. Implantamos el tema en la sociedad y concretamos
exitosamente varios proyectos. Uno de estos logros derivó en la instalación
de ascensores en las últimas estaciones de subterráneo construidas.
Con el correr del tiempo me uní
a participar desde su fundación de distintas organizaciones y redes tales
como Conciencia
Sin Barreras -al servicio de la vida, la paz y la libertad
interior-, la REDI
-red por los derechos de las personas con discapacidad-, la Asociación
Abilities Argentina -desarrolla programas para la mejor calidad de
vida de personas con discapacidad-, Misiones
Unidas -promotora de la cultura de paz-, Redepaz
-red de educadores para la paz-
y la Mesa
de Concertación Juvenil CBA -fomenta la participación democrática
de los jóvenes-. A estas instituciones se le fueron agregando más al ir
comprendiendo que la vida es un fluir y que cada situación puede ser una
oportunidad.
Desde estos espacios hemos
conseguido llevar adelante varios proyectos interesantes que facilitan la
vida de muchas personas y fomentan el entusiasmo
y la alegría.
También colaboran en desarrollar la Cultura
de la Paz. Entre los programas en los que tengo injerencia directa
y activa puedo mencionar: el Curso de Formación de Asistentes Funcionales
para Personas con Discapacidad Motriz, los grupos AMA de autoayuda y ayuda
mutua, participación en las Ferias de Proyectos Voluntarios Juveniles,
organización de Congresos de Capacitación en Educación para la Paz,
meditaciones masivas, asesoramientos en accesibilidad arquitectónica,
denuncié hechos que violan el derecho a la igualdad de todas las
personas, administración de redes comunitarias, persuasión para la
modificación de leyes nacionales tendientes a la integración y a la
equiparación de oportunidades, puentes de comunicación con otras
instituciones, organización de eventos para la difusión de una nueva
civilización, etc. Estas acciones beneficiaron directa o indirectamente a
varios cientos de personas.
Durante esta etapa recibí, además
de la educación formal, enseñanzas muy ricas por parte de familiares y
amigos y también de profesores y filósofos que me mostraron un nuevo
paradigma. Al adentrarme en esta corriente totalizadora mi universo se
amplió mágicamente. Podría nombrar a Robert Happé y Ken
O’Donell, a quienes sigo desde hace años, o a Neale Donald Walsch,
cuyos libros “Conversaciones con Dios I, II y III” me apasionaron y
abrieron la mente. A un nivel más superficial, también he visto una serie de
películas interesantes para recomendar que responden a esta visión y
motivan: “Don Juan de Marco”, “Matrix”, “Contacto”, “Patch
Adams”, ”Lancelot”, “El pequeño Buda”, “Gandhi” o ”The
Truman Show”. Aunque mis mayores maestros son mis padres.
1997 fue un año importante en
todo sentido. Lo inicio en Estados Unidos de vacaciones con un amigo. Ya
en casa me intereso por la política y comienzo a investigar el tema
visitando partidos y trabajando en comisiones. Continúo con una actividad
que me produjo gratificaciones: concurrir a visitar a los pacientes
internados en ALPI para intentar sembrarles entusiasmo. Por septiembre, en
un congreso sobre accesibilidad conozco a quien sería mi novia por los
siguientes años: una chica excelente y con un carácter muy especial.
Compartí con ella hermosas experiencias que me hicieron crecer mucho. Hoy
ya tenemos planes para casarnos próximamente.
1999 fue otro año que me marcó.
Viajé a la India para conocer personalmente a mi maestro Sathya Sai Baba.
Fueron tres semanas de aventura en las que aprendí una idiosincrasia y
cultura diferentes. Al volver, hice escala en Europa y tuve la fortuna de
ser recibido por el Papa Juan Pablo II. Ya en Buenos Aires se me vuelve a
presentar otra oportunidad increíble al estrechar la mano de S.S. el
Dalai Lama, quien estaba de visita por el País. Un período
espiritualmente fuerte... Ese año, motivado por las experiencias vividas,
rindo mis últimos diez exámenes de facultad y decido conformar con unos
amigos un anhelado proyecto, el Grupo
GEMA (Generando Espacios para un Mundo Abierto) -jóvenes por la
paz-. Además presenté aplicaciones para becas de trabajo en Ashoka y la
ONU (aunque no con los resultados originalmente esperados).
También soy invitado, y desde
aquí en adelante siempre, a los Encuentros Nacionales para Jóvenes Líderes
organizados por el Grupo Sophia. Éstas son reuniones donde destacados jóvenes
emprendedores provenientes de distintos ámbitos comparten desafíos y
hacen un breve análisis de la realidad del país, diseñando un hipotético
futuro escenario político.
Este año al ir percibiendo la
realidad por la que atraviesa nuestro país, sentí la utilidad de
acercarme al Consejo Profesional para conocer la visión de los
economistas sobre el futuro. Desde otro ámbito, integro un proyecto
interesante en el que estoy en la creación de una red de emprendedores
que abarquen a pymes de toda Latinoamérica.
Actualmente soy consultor
en nuevos paradigmas en integración. Desarrollo una amplia y fructífera
actividad comunitaria en todo lo relacionado al emprendimiento social, al
fortalecimiento de la sociedad civil y a mi propia búsqueda de desarrollo
personal. No debo cumplir horarios, ya que no separo lo que es trabajo del
ocio. Simplemente intento aprovechar al máximo las posibilidades y hago
en cada momento lo que creo que está bien.
Hay historias interesantes que
hacen a una idea más amplia de cómo soy, puede ser bueno contar
brevemente alguna. Unos tres años después del accidente descubrí otra
faceta poco experimentada previamente: la del deporte. Empecé a practicar
natación con mi padre, utilizando visor y snorquel. La motivación para
hacerlo provino de una experiencia que tuvo mi hermana nadando con
delfines en Cancún. Debía mantenerse a flote y activa por un trayecto de
mil metros. Mi deseo de hacer lo mismo hizo que entrenase, y pese a que aún
no lo llevé a cabo el
espíritu se puso en movimiento.
Otra experiencia rica podría ser
la que viví
en Bariloche hace unos diez años. Concurrí con familia y amigos a
visitar la Cascada de Los Alerces. Por ser una zona de pocas lluvias, el
sendero de montaña que bordea el río tenía la tierra seca y desmoronándose.
Para hacer rápido, caí tres metros por la ladera y recién frené contra
unas ramas... El salir de la posición en que quedé demandó más de
media hora...
Hace algunos meses empecé a
jugar al tenis de mesa. Inicialmente fue un primo el que me introdujo en
el tema, actualmente me entreno con profesores nacionales. Hoy disfruto
del sol y es solo una recreación pero quién sabe en un futuro...
Por mi desempeño he sido honrado
con los Premios “Aplauso Munai 1997 por el valor que ha sabido darle a
la vida” y con el “Bienal ALPI 1999 por superar con voluntad y fe los
obstáculos de su vida diaria”. Dichas distinciones son reconocimientos
por la superación de la discapacidad y la lucha diaria por la mejor
calidad de vida de todas las personas. Recientemente he sido nominado por
la revista especializada Mañana Profesional al premio “Entrepreneur
2002” por ser considerado uno de los emprendedores del año, en la
categoría social y
reconocido
por Rotary
Club International -Filial Catedral al Sur, Buenos Aires- con el “Premio
al Mérito 2002 por su Labor destacada como Miembro de la
Comunidad”.
Hoy tengo mis energías
concentradas en dos grandes proyectos: uno sentimental y el otro político.
En pocas semanas contraeré enlace en matrimonio con aquella hermosa mujer
que conocí en Pinamar hace ya cinco años. Será la coronación de una
etapa que comenzó un 24 de abril de 1987.
El otro tema es el inicio de un
anhelado sueño que empieza a tomar forma. A través del PRO -Partido para
una República con Oportunidades-, lanzo mi candidatura a legislador de la
Ciudad de Buenos Aires. Es mi intención volcar la experiencia que fui
acumulando en estos años, en la formulación de proyectos de valores e
inclusión que permitan imaginar otra Argentina. El PRO es una fuerza
nueva, integrada principalmente por jóvenes con vocación para renovar la
política y trabajar por un país mejor.
Mi humilde aporte al crecimiento
de la sociedad generó mi participación en programas de TV, diarios, y
otros medios de comunicación masiva, pero creo que el mayor logro es el
respeto y buen nombre que percibo en el vivir cotidiano al tratar con la
gente.
Me considero un innovador
en todos los trabajos y objetivos que me propongo: fuimos de los primeros
en la construcción de espacios accesibles a todas las personas, lucho por
la defensa de los derechos humanos y la igualdad de oportunidades, me
intereso y participo activamente en la construcción de un mundo mejor, el
cual creo que estará dado cuando todos podamos encontrar la riqueza en
las diferencias y desde allí trabajar en unidad por nuestro destino común:
la
realización de todos como seres
humanos íntegros.
Creo que la base para cualquier
iniciativa y la fuerza para realizar los sueños radica en el amor. El amor que puede brindar la familia, el de la pareja y
el que se puede alcanzar individualmente con el servicio al prójimo y con
la práctica de disciplinas espirituales.
Una persona es mucho más que un
físico: es espíritu, alma, intelecto, mente, corazón y mucho más.
Identificar a una persona solo con la apariencia física es una limitación
muy grande, por lo que habría que recordar que el verdadero significado
del término discapacidad resalta
la diferencia ante la media y no la carencia. Un superdotado también es
un discapacitado. También tenemos que darnos cuenta que lo esencial es invisible a los ojos.
En las últimas semanas viví una
experiencia interesante que me ayudó a darme cuenta de verdades muy
importantes. Para la vida diaria preciso de la colaboración de asistentes
para salvar mis necesidades básicas que me permiten realizar una vida
normal. Siempre intenté imaginarme qué sucedería el día en que por algún
motivo mis asistentes u otras estructuras de aparente seguridad se
cayesen. Ese sentimiento de angustia ante una situación imprevista se
tornó forzoso ante algunas situaciones de coyuntura por las que atraviesa
actualmente el país. De un modo o de otro siempre salí airoso y el
percance se solucionó. De nada sirvió preocuparme previamente. Cuando
uno consigue alinearse con el sentido, el universo conspira para que las
cosas se arreglen. Descubrí que eso es la libertad y por lo tanto es en
vano quedarse añorando el pasado o planificar demasiado el futuro, hay
que disfrutar al máximo el presente.
Todo pasa por animarse, salir y
enfrentar la vida con ganas. Encontrar la voluntad interna para
sobreponerse a las propias creencias y al qué dirán y no dejarnos vencer
por las dificultades. Así, con fuerza, intentar siempre ayudar a que los
demás también venzan sus propias barreras. Dios
siempre nos acompaña!
Ciro
Gabriel Avruj
DNI:
22.913.515
Fecha
de nacimiento: 02/09/1972
Argentino
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