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El Miedo a la Luz II o la Luz del miedo  1

Hace más de un año que se publicó  “El miedo a la Luz”  y desde entonces numerosas personas se acercaron a decirme que se habían reconocido en lo que allí se describía y que eso les resultaba útil para darse cuenta de que no estaban solas y que podían trascender los límites y obstáculos a que el temor las sometía. Pues al nombrarlo y verle el rostro, el miedo perdía su fuerza de dominio.

Recientemente, ante la oportunidad de dar una charla ante colegas -profesionales amigos algunos de ellos y desconocidos, todavía no amigos, otros- me vi asaltada por una energía que me permitió dar una nueva vuelta de espiral al profundizar en el tema del “miedo a la Luz”. A medida que se acercaba el día, algo empezaba a pasar en mi garganta. Con mirada curiosa empecé a preguntarme, a tratar de entender el conflicto que allí se estaba gestando.

Necesito aclarar que el misterio de la mente y la conciencia humana me fascina. Desde chica, una fuerza interna me arrastra hacia la investigación y el develamiento de ese profundo misterio del que todos participamos. Comparto muchas experimentaciones y nuevas comprensiones, pero hay otras que mantengo en secreto o comento con muy pocas personas. Es como si algo comprimiera o confinara a lugares escondidos el impulso de expansión y las ansias de saber que mi corazón me pide. Y esa charla, justamente, se centraba en las investigaciones y conclusiones aún provisorias acerca de uno de esos temas reservados : las prácticas en el psicomanteum.

En abril de 1995 comenzamos a experimentar y verificar la utilidad del psicomanteum para la exploración de la conciencia, la estimulación de la creatividad y el uso terapéutico en casos de duelos prolongados o situaciones inconclusas con seres queridos fallecidos. Pero todas estas experiencias se habían hecho “en voz baja”, comentadas de persona a persona y sin difusión masiva. Era la primera vez que las iba a presentar a público abierto ¡ y ante colegas !

¿ Por qué algo que debía ser placentero y gratificante se convertía en tensión en mi garganta ? Allí se localiza Vishuddha, el centro laríngeo, uno de los siete chakras o vórtices de energía del mapa del desarrollo espiritual según la tradición hindú. La conciencia del quinto chakra está relacionada con la expresión, con la comunicación entre la mente y los afectos y entre uno mismo y los demás, con la autoafirmación y la creatividad, con la capacidad de conectarse y comunicar la propia Verdad (que es Verdad con mayúsculas cuando está en armonía con la Verdad del Universo). Un aspecto de este nivel de conciencia se relaciona con la identidad profesional que es una de las facetas de la identidad total. Y cuando empecé a profundizar en la relación entre la expresión de “mi” Verdad, “mi” identidad profesional y lo que quería comunicar ahora en forma abierta, me surgió una larga lista de miedos y resistencias. Sospecho que son miedos y resistencias que pueden aparecer en cualquier investigador de cualquier disciplina, y aún más si es  científica, cuando trabaja fuera del paradigma dominante en la cultura :

1.    Para mí es válido lo que veo y creo pero ¿cómo lo valido ante los demás ?

2.    ¿Se verá desprestigiada mi imagen profesional si hablo y muestro abiertamente lo que me ocupa ? ¿Perderé  “galardones” de profesionalidad o “credenciales” de psicóloga seria y eficiente ?

3.    ¿Qué pensarán mis colegas ? ¿que me volví loca, que me “volé” ? ¿que lo mío tiene que ver con un culto o una secta ?

4.    Si me aparto cada vez más de las creencias e intereses de mis colegas - amigos ¿me quedaré sola ?

5.    Miedo o sensación de vértigo que me provoca el internarme en lo desconocido sin saber “hasta donde voy a llegar”

6.    Miedo a sentirme rechazada o burlada en los círculos profesionales ; a perder la seguridad que da el respaldo de otros profesionales calificados ; a ser “expulsada” de los círculos académicos o de la comunidad científica por quebrantar el orden establecido : “lo que hay que creer”

7.    Miedo a la “desaprobación” de la autoridad (como reflejo de un conflicto interior entre los propios aspectos racionales e intuitivos, representando lo racional a la autoridad reconocida)

8.    Miedo a ser calificada / identificada sólo dentro de ese campo de investigación y, por ende, descalificada de la competencia en otros campos. Por ejemplo, “si se me asocia con mis investigaciones con el psicomanteum, van a pensar que no soy eficiente para trabajar con una pareja que está viviendo una crisis matrimonial o con una mujer que padeció un abuso sexual en su niñez”

9.    Miedo a ser vinculada con prácticas que tienen que ver más con el fraude y el engaño que con experiencias serias, a adivinos con sus bolas de cristal y falsos curanderos que lucran con la credulidad esperanzada de otros. Por ejemplo, la crítica de los que pueden pensar que el psicomanteum tiene que ver con fraguar apariciones fingidas

10.  Miedo a que profundizar en la investigación de los estados modificados de conciencia, o la práctica de distintas herramientas que pueden llevar a ellos, lleve a que se me tilde de “una mentalidad supersticiosa típica del medioevo”. Quizás en esto influya la revivencia de una memoria que aparece en muchas de nosotras : “ la bruja quemada en la hoguera”

11.  Y por último, algo que he visto frecuentemente en alumnos-amigos en sus momentos de crisis o duelo por la pérdida de seguridad que da el alejarse de lo conocido : “si dejo de creer en esto que creía ¿ cuántas más de mis queridas y consolidadas creencias voy a tener que dejar ?”

Después de escribir esta lista observé nuevamente mi garganta. La tensión había disminuido notablemente. Parecía que al descomponer el montante de ansiedad y miedo en pequeñas fracciones o aspectos y rotular cada una de esas facetas con un poco más de comprensión, le había quitado intensidad al conflicto. Me permitía tomar distancia y hasta reírme de mí misma : un nuevo encuentro con mi monstruo-amigo, el miedo, mitad demonio mitad dios.

Y nuevamente, como tantas otras veces, tuve que agradecerle. Agradecerle porque me acicatea en mi búsqueda de quién soy. Su presencia me ayuda a “sacar músculos” para expandir mis creencias estrechas y liberarme de mis autoconfinamientos en lugares cerrados que me limitan. Gracias al reconocimiento de su existencia puedo reforzar una y otra vez el compromiso que mueve mi vida, el compromiso con mi Verdad. El maestro jasídico Rabí Zusia, poco antes de su muerte, decía: “En el mundo venidero no me preguntarán ‘¿por qué no fuiste Moisés?’ sino ‘¿por qué no fuiste Zusia?’”

Ser fiel a mi Verdad en este momento implica acompañar todo movimiento que facilite el cambio planetario a través del cambio de conciencia. Estoy convencida de que la conciencia de la humanidad se está dirigiendo a un cambio cualitativo : mayor compasión, una comprensión más profunda por la percepción de la unidad subyacente a todos y todas las cosas, un cambio en los valores y las necesidades por el reconocimiento y expansión de la propia identidad, un cambio en los arquetipos.

Todos los métodos de todas las culturas y todos los tiempos que promueven el contacto con el silencio interior para escuchar los llamados del alma, son catalizadores de la transformación espiritual que el planeta necesita.

Cada conciencia individual que se expande, cada miedo que se disuelve en el fuego del amor, cada separación que se trasciende con la mirada de la unidad, favorece la transformación de la conciencia colectiva. Con nuestra transformación, la Tierra y la humanidad se transforman.

Mi pequeño aporte a las energías de cambio es no dejarme detener por el miedo del ego, recordar su amistad y reavivar el compromiso con mi Verdad, la fidelidad a la Totalidad.  Esto es, aprender a armonizar y equilibrar ambos mundos : el del ego que me ancla a la objetividad científica y a los beneficios de la razón en el terreno de la realidad ordinaria, y el del alma que me enlaza al infinito e inspira mi existencia dándole profundidad y sentido en el vuelo de la intuición. El miedo de mi mente racional a soltarse y aceptar algo que la trasciende, me ayuda a no caer en falsas ilusiones y fantasías de omnipotencia. El anhelo del alma de mayor comprensión y amor me guía en la búsqueda de una percepción más clara de la unidad y enriquece mi vida con las alas de la creación y la libertad.

Mi garganta ya está clara, la tensión ha desaparecido. Ya no hay separación entre ambos mundos : la fortaleza de mi ego aporta la disciplina y la mirada racional a la dirección y sentido que mi alma ilumina. Ambos mundos se necesitan y se nutren mutuamente. Honrando al miedo como mi maestro,  preferí rebautizar este artículo como “La luz del miedo”.

Ana Inés de Avruj

Julio de 1997


1 Publicado en Revista Uno Mismo, Octubre 1997, (172) p. 80/82

 
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